Cuentos Andinos

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Ubicación: United States


octubre 30, 2011


diciembre 09, 2006

Tayta Cáceres y los niños

Sapallanga es un pueblo al sur de la Provincia de Huancayo; Sapallanga en quechua, significa “Tierra de Brujos”. Es un pueblo que aun guarda parte de sus tradiciones e historia. En la Guerra del Pacifico, precisamente en la Campaña de la Breña; la Segunda Compañía del Batallón Santiago del Ejercito Chileno, había tomado posición en la casa de la abuela Amalia Guerra.

Según cuentan los antiguos, el ejercito enemigo estuvo acuartelado durante casi dos meses. Cada mañana cuando los pobladores pasaban frente a la casa de la abuela Amalia, podían ver indignados la bandera chilena flameando en el interior, mientras los centinelas oteaban la calle desde las improvisadas torres de vigilancia.

Cuentan también que Andrés Avelino Cáceres; el gran Mariscal Peruano de la Campaña de la Breña, frecuentaba la zona vestido de mendigo. Quizá para hacer algunas averiguaciones. “Déjenlo pasar, jugaremos un rato con él” –decía el Teniente Gaspar. Sin saber que al ingresar, el brujo de los Andes podía ver la situación en la que se encontraba el enemigo.

De esta forma, el Mariscal podía informar a sus tropas que estaban acampando en las alturas de Tayacaja. Los niños de Sapallanga estaban ansiosos por conocer al Tayta Cáceres, por sus aventuras, los niños lo llamaban el Brujo Andrés. Pero solo algunos de ellos pudieron verlo vestido de mendigo. Cada vez que algún niño se le acercaba, éste sacaba un poco de cancha y queso de su bolso y se los entregaba guiñándoles el ojo.

Según el relato “Los Niños de la Guerra” de Roger Piñas; los niños que llegaron a conocerlo fueron entre otros Matías; nieto de la abuela Amalia, Reinaldo y Virginia, hija de un comerciante Andahuaylino. Eran los encargados de llevar a lomo de mula, las provisiones para la tropa de Cáceres hasta el poblado de Huayunka, a tres leguas de Sapallanga.

En la primera semana del mes de julio, los ánimos estaban alterados entre los chilenos, actitud que era percibida por los pobladores y en especial por los niños que eran los más entusiastas en desalojarlos. Tras los rumores de llegada inminente del ejercito de Cáceres, todos los niños salieron en tropa con sus tambores de guerra y pasaron frente al cuartel enemigo haciendo un sonido que retumbo en toda la calle principal.

Al día siguiente se había desencadenado la feroz Batalla de Marcavalle, en donde el ejército de Cáceres hizo retroceder al enemigo hasta Pucará, luego hasta Sapallanga, luego hasta Huancayo, luego hasta el fin del mundo. Roger Piñas describe muy bien la hazaña de los pobladores de Sapallanga y en especial la labor de los niños diciendo, además:

“Por eso, aquel 08 de Julio de 1882; la Segunda Compañía del Batallón Santiago del Ejercito Chileno, no podrá olvidar a los niños de Sapallanga”.


Del relato “Los Niños de la Guerra” de Roger Piñas.


diciembre 06, 2006

El Toro encantado

Rasuhuillca es una laguna situada a unos quince kilómetros de la población de Huanta. Está en medio de otras tres lagunas que la rodean, pero Rasuhuillca es la mas grande, por lo tanto la principal. La laguna está en la cima de un cerro que domina la entrada del pueblo, por eso se ha construido en ella una represa que suministra de agua para el regadío, y para el consumo del pueblo.

La tradición huantina dice que dentro de ésta laguna se encuentra un toro negro hermoso y corpulento, sujeto con una cadena de oro cuyo extremo guarda una anciana de cabellos canos. Hace muchos años, el toro logro vencer a la anciana y salió a la superficie; e inmediatamente las aguas de la laguna se embravecieron y rompieron los diques con grandes oleajes, inundaron el pueblo, arrasaron toda la población produciendo grandes estragos; entonces, los indios de la altura, al darse cuenta de esto, procedieron rápidamente a echar lazo al toro y lo hundieron nuevamente. Desde aquel día la gente teme que otra vez el toro pueda escaparse y la laguna inunde la floreciente ciudad de Huanta.


Relato recogido en Huanta, Ayacucho.


diciembre 02, 2006

El Terror de los puentes

Era, por entonces, explorador y cierto día, después de una ardua tarea de recorrido por las montañas, durante doce horas, ya cansado y con las fuerzas rendidas, me vi en la necesidad de retornar al pueblo. Los últimos rayos del sol se iban perdiendo tras el murallón de los cerros y aun tenia cinco leguas de camino por delante. La noche se extendió plena de oscuridad. Apenas si se veía a lo lejos, el fugaz centelleo de los relámpagos y el parpadeo luminoso de los cocuyos como chispas de un fuego invisible. Yo seguía sobre mi fatigado caballo, bajo las sombras nocturnales. Tuve que descender por una quebrada en cuyo fondo corría un rió caudaloso, continuando la marcha, me acerque a un puente solitario. La difusa luz de las estrellas se volcaba sobre el agua. Cuando me aproxime más aún, descubrí una silueta humana apoyada sobre la barandilla del puente. Le dirigí una mirada sin acortar el paso. Había llegado casi a la orilla del río, cuando sentí pronto la necesidad de detenerme. Lo que vi fue, entonces, una pequeña sombra humana. Me volví acongojado, con un terror absurdo. No me decidía a moverme en ningún sentido. Mi caballo se encabrito, pugnando por seguir adelante. Sin saber lo que hacia, volví hacia atrás y al volver temerosamente la mirada pude observar que la sombra seguía en su mismo sitio. Un temblor indescriptible recorrió todo mi cuerpo. Tenía las manos crispadas y me era imposible usar mi revolver. Quise gritar, pero sentí que las fuerzas me abandonaban.

Iba a desmayarme cuando escuche los lejanos ladridos de algunos perros y, casi simultáneamente noté que la sombra saltaba hacia el río y se desvanecía en la superficie del agua.


Informante: Máximo Inga. Huancayo, Junín.


noviembre 24, 2006

El Mito del Cóndor

Se dice que en una comunidad, un hombre vivía con su hija. La hija pastaba las ovejas, llamas y otros animales. Cada día un joven vestido con elegancia iba a visitarla. Tenía un traje negro hermoso, chalina blanca, sombrero y todo. Cada día iba a visitar a la mujercita, y se hicieron buenos amigos. Jugaban a todo. Un día comenzaron a jugar de esta manera: “Alzame tu y yo te alzaré”. Bueno, comenzaron el juego, y el joven alzo a la mujercita. Recién cuando la había alzado en alto, la mujercita se dio cuenta de que estaba volando.
El joven puso a la mujercita dentro de un nicho en un barranco. Allí el joven se convirtió en cóndor. Por un mes, dos meses, el cóndor criaba a la mujercita. Le daba toda clase de carne: carne asada, carne cocida. Cuando habían estado unos años juntos, ella llego a ser mujer. La jovencita dio a luz un niñito, pero lloraba día y noche por su padre, a quien había dejado en la comunidad. “¿Cómo puede estar solo mi padre? ¿Quién está cuidando a mi padre? ¿Quién está cuidando a mis ovejitas? Devuélveme al lugar de donde me trajiste. Devuélveme allá”, le suplicaba al cóndor. Pero él no le hacia caso.

Un día un picaflor apareció. La joven le dijo: “¡Ay, picaflorcito, mi picaflorcito! ¿Quién hay como tú? Tienes alas. Yo no tengo ninguna manera de bajar de aquí. Hace más de un año, un cóndor, convirtiéndose en joven, me trajo aquí. Ahora soy mujer. Y he dado a luz a su niñito”. El picaflor le contestó: “Escúchame joven. No llores. Te voy a ayudar. Hoy día iré a contarle a tu papá donde estás, y tu papá vendrá a buscarte”. La joven le dijo: “Escúchame, picaflorcito. ¿Conoces mi casa, no? En mi casa hay hartas flores bellas, te aseguro que si tú me ayudas, toditas las flores que hay en mi casa serán para ti”.

Cuando dijo eso, el picaflor volvió contento al pueblo, y fue a decir al padre de ella: “He descubierto dónde está tu hija. Está en el nicho de un barranco. Es la mujer de un cóndor. Pero va a ser difícil bajarla. Tenemos que llevar un burro viejo”, dijo el picaflor, y contó su plan al viejo. Fueron, llevando un burro viejo. Dejaron el burro muerto en el suelo. Y mientras el cóndor estaba comiendo el burro, el picaflor y el viejo ayudaron a la jovencita a bajar del barranco. Después llevaron dos sapos: uno pequeño, otro grande, y dejaron los sapos en el nicho del barranco. Bajaron el viejo y su hija y fueron hacia el pueblo. El picaflor fue donde estaba el cóndor, y le contó: “Oye, cóndor. Tu no sabes que desgracia hay en tu casa”.
“¿Que ha pasado?” el cóndor le preguntó.
“Tu mujer y tu hijo se han convertido en sapos”. Bueno, el cóndor se fue volando a ver. Ni la joven, ni su hijo estaban dentro del nicho, solamente dos sapos. El cóndor se asustó, pero no pudo hacer nada; y el picaflorcito está todos los días entre las flores en la casa de la jovencita. Mientras ella, su hijo y su padre viven felices en la comunidad.

Recogido de Gloria Tamayo. Cuzco, Perú.


noviembre 17, 2006

El condenado

Un arriero que traía de Ayacucho cuatro cargas de plata a lomo de mulos, por encargo de su patrón, se alojó en las inmediaciones de Izcuchaca (Huancavelica), en un lugar denominado “Molino” de propiedad del señor David, quien tenía su cuidador; éste muy de madrugada, mientras el arriero cargaba el cuarto mulo, hizo desviar una carga y arrojó solo al animal.

Mientras el cuidador se repartía el dinero con el propietario del sitio, el arriero desesperado con su desventura a cuestas, puesto que, para reparar la pérdida tenía que trabajar el resto de su vida y tal vez hasta sus descendientes, impetraba de rodillas a los causantes quienes por la codicia del dinero tornándose indolentes y sordos al clamor el pobre indio cuyas inocentes lágrimas llegaron hasta el cielo en procura de la justicia divina.

Al poco tiempo murió el cuidador del “molino”, su mujer y su hijo. Aquel por ser el culpable directo se condeno, es decir, arrojado “alma y cuerpo” de la vida ultraterrena, debía refugiarse por entre los montes tomando la forma de un animal con cabeza humana gritando de vez en vez: David devuelve la plata… Inclusive creen que por causa del humo don David, dueño del molino, que aún vive, sufrió de parálisis en sus piernas.
Algunos indios astutos aprovechan de esta superstición del “condenado” para llevarse, en época de cosecha, un poco de cereales de las eras.


Recogida y aumentada. Estampas Huancavelicanas.


noviembre 13, 2006

La Laguna de Paca

Esta laguna guarda entre sus aguas las más fascinantes historias y relatos, ubicada en el Valle de Mantaro, en la provincia de Jauja. Se ha convertido en el punto de encuentro de propios y extraños.

Una vez bajo dios a la tierra. Llamo a la puerta de una casa. Sin abrir le gritaron, ¡fuera sucio! Entonces siguió su camino. A poco llamo a otra puerta, vivían allí dos pobres viejecitos que a esa hora preparaban su comida en una ollita de barro. La comida era tan escasa que apenas alcanzaba para una persona, entonces dios puso las manos sobre la ollita y la comida aumento y de ella comieron los tres. Cuando terminaron dijo dios: Vamos. El viejito antes de salir sacó de su casa su tambor. Subieron un cerro. Los viejitos caminaban por delante, dios por detrás. Al cabo de un rato dios pidió al viejito su tambor. Entonces dijo dios: no vayan a volver la cara y soltó el tambor. El tambor rodaba sonando cada vez más fuerte. Los viejitos volvieron la cara y quedaron convertidos en piedra blanca. El tambor rodaba, rodaba, hasta que llego al pueblo y reventó. De él salio tanta agua que anego los campos, las casas, hasta convertir el pueblo en una laguna.

Relato de José Dávila. Recogido en Paca, Junín.

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noviembre 06, 2006

La Dama y el Viajero

Cuando me disponía venir a Lima conocí a don Guillermo, que muy amablemente me invito a subir a su camión en donde transportaba cereales a la capital desde Huancavelica; subí en la Oroya. Le dije que tenia el mismo nombre de mi abuelo ya fallecido, que también se dedicaba en sus años de juventud a viajar transportando alimentos de Huancayo a Huancavelica y viceversa.

Te cuento lo que me paso en el pueblo de Pampas, cuando viajaba para Huancayo trayendo carga –me dijo.

“Cuando salía de Pampas, ya muy de noche y bajo una interminable lluvia, pude avistar a una mujer en el camino; ella iba caminando muy lentamente en la carretera, debiste verla con aquel vestido blanco totalmente empapado. Frene suavemente pues también iba despacio por el mal estado de la carretera.

Le hice una señal para que suba al camión y así pudiera protegerse de la lluvia, ella asintió y se sentó en el mismo lugar en donde estas tú. Era una mujer muy joven y bella, al verla en esas condiciones le ofrecí mi casaca para que pudiera abrigarse, me agradeció y en su rostro vi dibujada una sonrisa tierna.

Al acercarnos al poblado la Mejorada, ella me pidió bajarse del camión; pues tenía familia allí. Como aun llovía y era apenas las dos de la madrugada, le dije que se quede con mi casaca, que en otro momento iría por ella. Solo le pedí la dirección de su casa.

Pasó una semana y cuando volví a la Mejorada, fui a buscarla hasta su casa. Grande fue mi sorpresa cuando salió su madre y me dijo que Virginia -así me dijo que se llamaba-, había muerto hace diez años atrás. Precisamente en un accidente de carreteras, cuando el bus que los transportaba de Pampas se fue directo al barranco; en el lugar donde la recogí.

Yo no le creí a la señora y pensé que se querían quedar con mi casaca. Para confirmar los hechos, su madre me llevo hasta el cementerio del pueblo y allí pude corroborar que en verdad la joven y bella Virginia estaba muerta. La fotografía en el nicho era la misma chica que vi hacia como una semana. Pero lo que más me sorprendió, fue ver mi casaca a un costado, junto al nicho de la joven. Su madre no tenia explicación alguna por lo sucedido, solo me dijo que era la cuarta vez que pasaba eso; habían preguntado por su hija que había subido al camión en la carretera a Pampas.”


Quisa sea un relato cierto, porque mi abuelo Guillermo me contó lo mismo. Para poder confirmar esta historia fascinante, viaje hasta el poblado la Mejorada en Huancavelica, no busque precisamente el domicilio de la joven Virginia; sino me fui directamente hasta el cementerio y busque su nicho toda la mañana de un sábado de Junio del 2000.

Cuando me sentía desanimado y listo para salir del lugar, vi algo que me llamo la atención. Me acerque rápidamente hasta aquel sitio y note algo al costado de un nicho; era una bolsa, y dentro de ella pude ver una chompa de alpaca de color marrón y franjas blancas. Era el nicho que estaba en un extremo del cementerio, casi escondido, casi olvidado. En la lapida semidestruida pude distinguir el nombre de Virginia Matos, fallecida en 1989. Aunque no pude ver la fotografía.

Deje las cosas en su lugar y salí del cementerio, ya era de tarde; sentí el deseo de ir a la casa de Virginia. Al volver a Huancayo me preguntaba ¿Cómo pudo llegar aquella bolsa con una chompa hasta ese lugar? ¿Por qué precisamente ahora que fui a confirmar la historia? ¿Será que Virginia me tenía algo preparado como bienvenida? Quizá apenas haya sido una mala pasada de mi imaginación.

Relato recogido y escrito por Roger Piñas. La Mejorada, Huancavelica.


noviembre 04, 2006

El origen de Huancayo

En cada pueblo existen versiones distintas de las historias y creaciones de los actores sociales, por ejemplo esta es una versión del origen de Huancayo.

Hace ya mucho tiempo, todo el Valle del Mantaro era una inmensa laguna. Desde Jauja y Concepción, hasta el sur llegando a Sapallanga y Pucara, todos esos lugares estaban bajo el agua. Los pobladores del valle en aquel entonces tenían sus casas en las alturas de los cerros, incluso hasta ahora podemos ver vestigios de sus construcciones.

En el centro de la gran laguna se podía observar desde las alturas un enorme peñón oscuro que salía de las aguas cada mañana. Esta gran peña se llamaba Huanca y estaba donde hoy esta la Plaza Huamanmarca, junto a la Municipalidad de Huancayo. Paso el tiempo y la laguna se iba llenando y llenando con las aguas de las lluvias (recordemos que en esta parte de la sierra las precipitaciones son altas).

Una vez, cuando los pobladores estaban en sus labores del campo, porque ellos siempre se dedicaron a la agricultura; se escucho un enorme estruendo en una de las quebradas y tras el sonido pudieron ver que las aguas de la laguna iban disminuyendo rápidamente. Sucedió que la quebrada de Chupuro se había roto y por allí desaguaba la laguna.

Pasaron pocas semanas y el valle se fue quedando seco, para acortar distancias entre los pueblos, los pobladores tuvieron que bajar hacia las partes planas; siendo allí en donde lograron hacer nuevas construcciones para poder habitarlas. Pero la laguna no vació del todo. En jauja se quedo la Laguna de Paca y en Ahuac la Laguna de Ñahuinpuquio.

Una vez las aguas rompieron la quebrada de Chupuro y por allí desaguo la laguna. El valle se fue quedando seco y se fundaron pueblos. Pero la laguna no vació del todo. En Jauja quedó la Laguna de Paca y Chocón; la de Ñahuinpuquio en Ahuac y la de Llulluchas en Huayucachi
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Existen muchas lagunas en el Valle del Mantaro, posiblemente parte del agua que desaguo de la gran laguna, hayan quedado dispersas por todo el valle. Ahora la Laguna de Paca es una de las más reconocidas y visitadas por los foráneos.

Leyenda recogida en Chupaca, Departamento de Junín, Perú. Informante Leopoldo Vidal.

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noviembre 03, 2006

Mundo Fantástico

El folklore puede servir para los educadores como una fuente o material para la educación misma, pero sobre todo puede servir como información para conocer el espíritu, el modo de ser de los estudiantes y la comunidad en el cual uno trabaja. Un maestro no puede formar a sus niños, no puede ponerse en comunicación íntima, sencilla y cariñosa con los niños, si no sabe como es su espíritu. El modo de ser de los niños de la costa es muy distinto al modo de ser de los niños de una comunidad andina, porque sus costumbres son muy distintas.
Esta diferencia de costumbres y de modo de ser, es para el educador quizá lo más importante para acercarse al espíritu de los niños para ganar su confianza y su amistad, sin el cual no es posible ninguna forma de educación, ni mucho menos de instrucción.

José María Arguedas

Vengo de un mundo andino fantástico, en donde los hombres viven eternamente para contar historias fantásticas.
Este blog está dedicado con mucho afecto a Caro. Un agradecimiento a los jóvenes escritores y amigos entrañables de “Octubre Gris”, grupo literario surgido en los 90’s en Huancayo.

R P S.